Internet en China

Por Esteban Restrepo (*)

China ha sostenido una historia curiosa con Internet, de odios y amores – para decirlo coloquialmente.

Empiezo por lo último. El gobierno chino ha entendido el potencial de Internet para el desarrollo económico y social, y por consiguiente ha impulsado su penetración, asimilación, expansión y difusión entre la sociedad. El proyecto “China balance sheet Project” estima que en el 2006 China contaba con 137 millones de usuarios, con un crecimiento cercano al 24%, que hacia el 2010 podría llegar a ser del orden de 190 millones.

Para entender que significa esto, son pertinentes las siguientes consideraciones.
Uno, Internet no es en sí mismo lo importante. Se trata de una red global de información, donde - naturalmente – lo esencial es el conocimiento contenido en dicha información y el valor agregado que puede aportar al tejido económico y social.

Como bien público económico, el conocimiento tiene un costo de transacción cero, dado que puede ser apropiado simultáneamente por un número indeterminado de personas y no se agota por el uso que hagan de él, descartando la posibilidad de un uso privado como tal.

En tal sentido, la difusión y ampliación del acceso a la información y el conocimiento es condición necesaria del mismo, en la medida que, en la práctica, todo conocimiento es recreación de conocimiento previo.

El conocimiento es una herramienta de competitividad en la economía global actual, e Internet ha jugado un papel crítico en tal sentido porque permite estar presente, en tiempo real, en un número plural de mercados y tomar decisiones coordinadas respecto de los mismos, sin las restricciones técnicas y financieras de otros tipos de sistemas como las redes de valor agregado (VAN).

En este sentido, desde finales de los años noventa China viene incorporando el uso de las tecnologías de la información y comunicación como herramientas del desarrollo económico y como una oportunaidad que no debe perderse.

Abordo ahora los “odios” en esta relación. El acceso global a información que conlleva Internet, permite empoderar a los individuos y, al menos en teoría, podría catalizar movimientos colectivos de ciudadanos, todo lo cual constituye un desafío enorme al Estado como forma de organización del poder político, ante lo cual las opciones de los gobiernos son dos.
Una es adaptarse y transformarse para responder a los desafíos, demandas y exigencias, de los ciudadanos actuales, mucho más autónomos, independientes, autosuficientes, y extremadamente desconfiados de las instituciones públicas y su rol, como consecuencia del acceso cotidiano y continuo a información global en línea y tiempo real, centrándose – precisamente – en el ciudadano, sus necesidades y expectativas, utilizando la información, e incorporando el conocimiento para ser más eficiente, transparente y fortalecer los procesos democráticos. Transformarse para no quedar redundantes.

La otra consiste en tratar de controlar los flujos de información y el acceso a sus contenidos, lo que dadas las dificultades técnicas y los atributos del conocimiento, como bien público, señalados arriba, sería económicamente ineficiente. La primacía de las razones políticas e ideológicas.

Es el caso chino. Su gobierno sistemáticamente controla los contenidos de Internet, seleccionando y bloqueando selectivamente el acceso a ciertos sitios que considera afectan – o pueden afectar - negativamente la sociedad y el avance de la nacionalidad china, indistintamente.

Además de sus propios mecanismos de control, hoy en día cuenta con el compromiso y la cooperación de yahoo y Microsoft.

En la práctica el bloqueo afecta principalmente contenidos relacionados con derechos humanos, la situación de Taiwán y en ocasiones – particularmente en vísperas de eventos políticos de alguna significación, algunos medios de comunicación (CNN, BBC, por ejemplo). Estudios y monitoreos que se han llevado a cabo a este proceso demuestran que no siguen patrones o criterios constantes.

Cómo interpretar esta situación? En principio, parecería que de alguna manera al interior del gobierno chino existe temor por la capacidad de influencia política que puede tener la red para expandir y difundir procesos democráticos y promover los derechos humanos y las garantías y libertades civiles individuales, nacionalismos y autonomías.

Se compartiría la misma percepción de algunos sectores de opinión que quisieran ver en Internet una herramienta y un espacio que conduzca a reformas políticas en países como China, pese a que para unos sería poco más de una aspiración, y para los otros un simple temor, dado que no hay evidencia que pueda llevar a una u otra conclusión.

Otra corriente, por el contrario, sugiere que no hay ni contradicción entre la ideología política y los objetivos de desarrollo económico, ni un caso de paranoia, sino que más bien asistimos a la construcción de un modelo propio y autónomo, no comparable, que incorpore al mismo tiempo los objetivos de desarrollo económico, junto con los de avance y desarrollo del nacionalismo chino, tal vez con algún temor relacionado con los efectos incontrolados de Internet, particularmente en los hábitos de consumo de los individuos, pero nada más.

En ese sentido habrá que seguir cuidadosamente la evolución de este modelo que revalúa y reinventa las relaciones entre los gobiernos y la penetración y acceso de los individuos a los procesos globales de información.

(*) Actualmente, asesor Dirección de Asia, Africa y Oceanía, Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia. Profesor, Universidad Javeriana, Bogotá.

Estos comentarios son una actualización de mi articulo previo “La E$xpansión de Internet en China, lecciones para Latinoamérica?” en MONETA Carlos y CESARIN Sergio. China y América Latina. Nuevos Enfoques sobre Cooperación y Desarrollo. ¿Una Segunda Ruta de la Seda Bid / Intal, 2005 que puede ser consultado en http://www.iadb.org/intal/detalle_publicacion.asp?idioma_pub=esp&tid=9&idioma=esp&pid=293&cid=234 , y al cual refiero para las fuentes de consulta.